El hombre bueno traía en sus manos,
dos puños de guerra
uñas de barro,
temple valiente
de lucha diaria,
que lindas esas manos
que crean historias
y rutas de piel
en mi piel.
El hombre bueno traía en sus ojos,
recuerdos borrosos de puentes colgantes,
reflejos de agua y de tierra,
melancolía perdida
de tiempos mejores
y de viejos amores que fueron pasando,
que lindos esos ojos,
que forman caminos de luz
para quien camina con él,
en las noches sin vela.
El hombre bueno traía en su pecho,
un corazón prodigioso,
armadura de acero
sueños de amar sin enojos
pálpitos reclamando vivir,
que lindo ese pecho,
lleno de flores
milagros y soles
siempre dispuesto
a dar o morir.
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