jueves, 21 de septiembre de 2017

- Hay que ser bastante tontos para creer algo así, Lourdes.
El clásico inocente que peca de cojudo, ¿así eres tú? Respóndeme, respóndeme.- gritaba mi mamá despertando a toda la cuadra. Ya veía las luces de algunas casas prendiéndose. Que chismosos eran los vecinos, sus ojos te seguían las 24 horas del día.

Le había contado a mi mamá que Enrique me dijo que me amaba. Ella automaticamente pensó que lo que él quería era meterme a la cama. "Como podrías perder tu virginidad con ese huevón, no te entiendo, hija, hasta el idiota de tu padre tenía mejor porte a esa edad". Ay viejita, si supieras que mi virginidad la perdí a los 17, seguro me botabas de la casa a escobazos, como hiciste con papá, aunque él sí lo merecía, es ocioso y borracho, una mala combinación cuando no vienes de una familia rica.

El día que perdí mi virginidad fue el que salía del colegio. Último día de clases, aún si quedara embarazada, iba a ser la primera en mi familia en terminar la secundaria, así que no podían reclamarme mucho. Carlos fue mi enamorado por un año. Me repetía constantemente que todos sus amigos lo habían hecho menos él.
-Ay de ti, ay de ti que hayas dicho que lo hiciste conmigo. ¡Te mato!.- le repetía al menos una vez a la semana. 

Me agarró de la mano y me llevó a la esquina, donde vendían periódico y cigarros. "¿Hoy es, no?" me preguntó ansioso. "Sí" le dije yo. 
Lo habíamos planificado hace mucho tiempo. Era viernes y sus papás trabajaban hasta las 11 de la noche. Le dije a mi madre que por ser último día, iría a casa de Paola a celebrar, "Unas gaseositas mami". 
Me había puesto la mejor ropa interior que tenía, casi nueva y al menos no eran blancas y gritaban nerd, o algo por el estilo.
Entramos a su casa lo mas casuales posible, como ya había dicho antes, los vecinos de barrio son sabandijas e investigadores secretos. Teníamos que pasar lo más desapercibidos posible. Y lo logramos.
Nunca había entrado a su cuarto. Estaba ordenadito y muy limpio. Supuse que lo había hecho con intención. Tenía unos cuantos posters de un equipo de futbol, un televisor viejo, que seguramente no funcionaba y un escritorio de plástico rojo.
-Hagámoslo rápido.-le dije. Me arrepentí después por ser tan directa.
-N-n-o, n-n-o tengas miedo.-Tartamudeó. Me reí, quitándome la blusa, mientras me acercaba a besarlo. 

Bueno, no puedo ser tan específica, no me quiero arriesgar a que Enrique lea esto. Él sabe que mi primera vez fue con Carlos, pero tampoco deseo que sepa todos los detalles.
Volvamos a mi madre.
Estaba eufórica, hasta podía escuchar su corazón latir y su respiración de rinoceronte acelerándose. 

-Mami, él me ama y yo también. No puedes prohibir amarnos, ¿no?.
-¡Yo te he parido! ¡Te prohibo lo que quiera!

La verdad, no se porque le conté. Por un segundo pensé que comprendería.

-¡Bueno, si tanto te jode, entonces lo haré cuando no estés en la casa!

La cagué. Lo dije sin pensar. Ahora sabrá que yo sabía muy bien que ese te amo venía con sexo. Era un trato no hablado, los dos sabíamos y lo aceptábamos.
La cara de mamá se tornó morada. La luz de la lámparilla le caía exactamente al rostro y hacía un reflejo morado en toda la casa, seguro que por la ventana, parecía una discoteca de mal gusto. Yo no supe que hacer, mas que sonreir lo mas tiernamente posible y decirle "Fue una broma, mamita, una broma"

No hay comentarios:

Publicar un comentario