Cuando entenderé que la guerra esta perdida
y que mis dedos, mi mente, mi lápiz han muerto en batalla,
en un infierno de luces
con francotiradores de invierno
en capas de mago,
con arena en el pulmón
y en las uñas.
Debo hacer duelo, darme por vencida
entender el recurrente odio a amanecer,
a poner mis pies en las baldosas frías
y darle sepultura a un talento podrido
que durmió conmigo mas noches de las debidas.
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